Hay poemas que más desnudo muestran a su creador. Plenos de imágenes que, quizá, sólo él consigue ver tal cual las recuerda o siente, y que en el lector sugieren otras imágenes posiblemente con un sentido muy diferente al otorgado por el poeta. Eso es lo que ocurre con Delirios de un joven poeta, un recorrido por el imaginario más escondido, siempre latente, y con frecuencia olvidado, de su biografía. Muchas de las claves que permiten entender al poeta son mostradas en estos versos. Versos que desnudan, versos que muestran desnudo.
Delirios de un joven poeta.
Es el delirio de un poeta en ciernes
Que se ve solo loco de callejón en callejón
Harapiento hambriento sin apetito
Rumiando sus errores de toda una vieja vida
Engañado al pensar que es gracias a ellos
Lo que es
Huye de la luz no vaya a iluminarle
Los ojos
Anda por delante de la librería
Dintel antiguo de marco entristecido
El librero le saluda ¡Buenos días, Maestro!
Él pasa de largo y llora cuando el otro ya no mira su espalda
Es demasiado
Se mira los zapatos cansados
Desde que pisó los adoquines de su infancia
Triste desde entonces para qué negarlo
Agotó sus fuerzas rememorando aquello
Un poemario de éxito
Un engaño del diablo
Los gitanos las pelotas de goma las pedradas las peleas
Los árboles escalados el terraplén la vía del tren
Las lagartijas los primeros libros
La zapatera prodigiosa de Federico
El primer beso Almarcha
El silencio el silencio las horas en silencio
Las fantasías la ilusión de otro mundo
Los libros de texto usados las malas zapatillas
Aquella vez que a un soldado se le cayeron trescientas pesetas
El Puente de Vallecas el fútbol
El padre la mentira la madre los pobres
Un día de hambre
Hubiera querido otra infancia
Una de mar de imperios conquistadores
De oropeles de fugitivos de destierros
Para justificar sus pesares incomprensibles
Es cuestión de carácter
Tiene pobre la sangre
De ahí el hambre de su espíritu
Tres calles más allá ha dejado de llorar
Porque se ha puesto a llover
Busca un café
Encuentra una taberna al alcance de su bolsillo casi vacío
Y tiene cristal mojado de lluvia
Donde reflejar los ojos
Saca el lápiz lo empuña sobre el cuaderno arrugado
Pero se pierde en su mirada esa musa triste
Que agoniza en sus bolsillos
Apenas sin nada que comer
Bebe un café frío entre suspiros
Recuerdos de mujer de piel de labios de rimel
De zapatillas de hoguera de risas sonrisas y luz de farol
De despertador de folios con membrete
De reputación de elogios de condecoraciones
De miles de fotos con corbata con aplausos
Con vítores
Igual que en un circo
Y explotan las explosiones explosivas
Susurra una canción que no conoce
Por distraer el dolor de la memoria
Ese baúl que arrastra cada segundo
Con la tapa abierta que todo lo vean
No tiene nada que esconder
Después de tantos años de soledad a la que tanto debe
Bueno malo o peor
Pisa la calle dejó de llover
El asfalto mojado asemeja el mar del Norte
Brillante oscuro limitado por el horizonte
Porque hasta el mar tiene su límite
Como los hombres
No trata de esquivar los charcos tantos ha pisado
Siempre de rodeos
Si el camino es siempre nuevo no hay que rehacerlo
Y andando se encuentra un despierto amanecer
Callado
Toda la noche estuvo caminando
Le han saludado algunos
Por educación costumbre
Esa especie de cariño inconfesado
Hacia el vecino que se ve a diario
Pasar antes las mismas puertas
Por si un inquilino recién llegado pregunta
El panadero dirá
Es el viejo poeta loco lisiado solo
Que dice haber vencido por amor
Pero la batalla fue tan dura
Que de las heridas heredó secuelas
Perdió la noción de familia
Perdió a los compadres
Perdió la vida
Anda en un delirio bebe de un vacío
De sus contemporáneos
Le consuela la certeza de que su nombre será recordado
Pero eso sólo ocurrirá dentro de cien años
Que se ve solo loco de callejón en callejón
Harapiento hambriento sin apetito
Rumiando sus errores de toda una vieja vida
Engañado al pensar que es gracias a ellos
Lo que es
Huye de la luz no vaya a iluminarle
Los ojos
Anda por delante de la librería
Dintel antiguo de marco entristecido
El librero le saluda ¡Buenos días, Maestro!
Él pasa de largo y llora cuando el otro ya no mira su espalda
Es demasiado
Se mira los zapatos cansados
Desde que pisó los adoquines de su infancia
Triste desde entonces para qué negarlo
Agotó sus fuerzas rememorando aquello
Un poemario de éxito
Un engaño del diablo
Los gitanos las pelotas de goma las pedradas las peleas
Los árboles escalados el terraplén la vía del tren
Las lagartijas los primeros libros
La zapatera prodigiosa de Federico
El primer beso Almarcha
El silencio el silencio las horas en silencio
Las fantasías la ilusión de otro mundo
Los libros de texto usados las malas zapatillas
Aquella vez que a un soldado se le cayeron trescientas pesetas
El Puente de Vallecas el fútbol
El padre la mentira la madre los pobres
Un día de hambre
Hubiera querido otra infancia
Una de mar de imperios conquistadores
De oropeles de fugitivos de destierros
Para justificar sus pesares incomprensibles
Es cuestión de carácter
Tiene pobre la sangre
De ahí el hambre de su espíritu
Tres calles más allá ha dejado de llorar
Porque se ha puesto a llover
Busca un café
Encuentra una taberna al alcance de su bolsillo casi vacío
Y tiene cristal mojado de lluvia
Donde reflejar los ojos
Saca el lápiz lo empuña sobre el cuaderno arrugado
Pero se pierde en su mirada esa musa triste
Que agoniza en sus bolsillos
Apenas sin nada que comer
Bebe un café frío entre suspiros
Recuerdos de mujer de piel de labios de rimel
De zapatillas de hoguera de risas sonrisas y luz de farol
De despertador de folios con membrete
De reputación de elogios de condecoraciones
De miles de fotos con corbata con aplausos
Con vítores
Igual que en un circo
Y explotan las explosiones explosivas
Susurra una canción que no conoce
Por distraer el dolor de la memoria
Ese baúl que arrastra cada segundo
Con la tapa abierta que todo lo vean
No tiene nada que esconder
Después de tantos años de soledad a la que tanto debe
Bueno malo o peor
Pisa la calle dejó de llover
El asfalto mojado asemeja el mar del Norte
Brillante oscuro limitado por el horizonte
Porque hasta el mar tiene su límite
Como los hombres
No trata de esquivar los charcos tantos ha pisado
Siempre de rodeos
Si el camino es siempre nuevo no hay que rehacerlo
Y andando se encuentra un despierto amanecer
Callado
Toda la noche estuvo caminando
Le han saludado algunos
Por educación costumbre
Esa especie de cariño inconfesado
Hacia el vecino que se ve a diario
Pasar antes las mismas puertas
Por si un inquilino recién llegado pregunta
El panadero dirá
Es el viejo poeta loco lisiado solo
Que dice haber vencido por amor
Pero la batalla fue tan dura
Que de las heridas heredó secuelas
Perdió la noción de familia
Perdió a los compadres
Perdió la vida
Anda en un delirio bebe de un vacío
De sus contemporáneos
Le consuela la certeza de que su nombre será recordado
Pero eso sólo ocurrirá dentro de cien años
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